La terapia ortomolecular afirma, entre otras cosas, poder tratar el cáncer con vitamina C
¿Qué es?
La medicina ortomolecular, nutrición ortomolecular o terapia de las megavitaminas es una pseudoterapia que recomienda el consumo de grandes cantidades de biomoléculas (generalmente vitaminas) para tratar enfermedades y alcanzar la sanación del paciente.
¿Quién la inventó?
La terapia ortomolecular fue propuesta por Linus Pauling —premio Nobel de Química en 1954 por motivos no relacionados con esta pseudoterapia—. En 1941 Pauling descubrió que padecía insuficiencia renal crónica y el doctor Thomas Addis consiguió controlar algunos síntomas de su enfermedad con una dieta pobre en aminoácidos y con poca sal. Este médico también recetaba generalmente vitaminas y a partir de ese hecho Pauling creyó conveniente estudiar el papel de las vitaminas en la enfermedad. A partir de ese momento la producción científica de Pauling se centró en lo que él denominó en nuevo campo de la medicina ortomolecular, basada en la hipótesis de que la cura y prevención de muchas dolencias podía lograrse controlando la cantidad de proteínas, vitaminas y aminoácidos. Pauling recibió duras criticas al no aportar pruebas, lo cual se puede consultar en muchos artículos de divulgación sobre estos hechos [1].
¿Funciona realmente?
La terapia ortomolecular recomienda el uso de muchas sustancias pero la que más predicación ha tenido ha sido la vitamina C. Pauling publicó en 1970 un libro titulado Vitamin C and the Common Cold, en el que afirmaba que consumir un gramo de vitamina C de forma diaria podía reducir hasta en un 45% las probabilidades de contraer un resfriado. También afirmó que un alto consumo de vitamina C podía reducir hasta en un 10% la incidencia y mortalidad por cáncer, publicando junto a Ewan Cameron un libro titulado Cancer and Vitamin C (1979). Ahora bien, ¿había pruebas sobre estas cuestiones?
En 1978 la Clínica Mayo realizó un experimento para probar las teorías de Pauling y Cameron. Se preparó un estudio con pacientes diagnosticados con cáncer que ya no eran aptos para el tratamiento con quimioterapia, cirugía o radiación, se trató a un grupo con vitamina C y el resultado fue claro: las afirmaciones de Pauling y Cameron no eran ciertas [2]. Pauling escribió una carta criticando a la Clínica Mayo por no tener en cuenta varios puntos —por ejemplo que los pacientes habían sido tratados anteriormente con quimioterapia y eso podía afectar al resultado—. La Clínica Mayo entonces organizó un segundo experimento para solventar las críticas de Pauling. Ciento cincuenta pacientes que no habían sido tratados con quimioterapia participaron en este nuevo estudio y el resultado fue el mismo: los pacientes tratados con vitamina C no mostraron ninguna mejoría superior al resto, es decir, Pauling y Cameron estaban equivocados [3].
Los estudios sobre la terapia ortomolecular continuaron y no solo se vio que no era efectiva sino que además era perjudicial. Tres estudios diferentes corroboraron que altas dosis de vitamina C pueden causar diarrea si se consumen oralmente, y altas dosis intravenosas provocaron insuficiencia renal a pacientes debido a la obstrucción de los túbulos renales con cristales de oxalato [4]. Es de señalar que los practicantes de la medicina ortomolecular recomiendan como mejor opción la administración intravenosa [5].
Pauling, además de no aceptar la evidencia, también destruyó las pruebas en su contra. Arthur Robinson era un investigador y exalumno suyo que trabajaba para él en el Linus Pauling Institute, convirtiéndose en su primer presidente. Una investigación que estaba realizando ayudó a concluir que altas dosis de vitamina C como las recomendadas por Pauling promovían algunos tipos de cáncer en ratones [6]. Los resultados indicaban que los animales alimentados conforme a la terapia ortomolecular tenían el doble de posibilidades de desarrollar cáncer de piel. Robinson informó del experimento a Pauling pero este le forzó a dimitir. Los animales del experimento fueron sacrificados, sus datos científicos fueron confiscados y algunos de los resultados de las investigaciones anteriores también fueron destruidos. Robinson demandó al Linus Pauling Institute y, tras un acuerdo, el instituto tubo que pagarle 575.000$ de indemnización. Más tarde Robinson y un grupo de investigadores publicarían un estudio demostrando que la tasa de aparición de tumores estaba relacionada con la dieta y que altas dosis de vitamina C aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer de piel [7].
A pesar de todas las evidencias en contra los practicantes de la terapia ortomolecular afirman que pueden tratar cosas como el cáncer, bronquitis, alergias, fiebre, herpes labial, infertilidad, meningitis, sarampión, enfermedades cardíacas y enfermedades degenerativas del sistema nervioso, por poner algunos ejemplos. Es de señalar que no hay evidencias científicas para ninguna de estas afirmaciones.
Conclusión
No hay ningún resultado positivo asociado a la medicina ortomolecular y es muy posible que su elevado grado de aceptación esté relacionado con que su principal promotor fuera un científico muy conocido. Es cierto que la carencia de vitaminas puede ocasionar enfermedades y mejorar la dieta puede ayudar a restablecer la salud, pero de ahí a pretender que dolencias como el cáncer pueden ser tratadas con vitamina C hay una gran diferencia. No existe ningún motivo para pensar que los tratamientos con vitamina C (o cualquiera de los propuestos por la terapia ortomolecular) tengan algún valor terapéutico. Por otro lado esta terapia presenta dos riesgos graves: en primer lugar toda la evidencia indica que puede perjudicar la salud y en segundo lugar esta pseudoterapia va especialmente dirigida a pacientes con cáncer, en cuyo caso un abandono de terapia puede suponer graves problemas de salud e incluso la muerte.
Texto escrito por Fernando Cervera Rodríguez, licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia y máster en Aproximaciones moleculares en ciencias de la salud.
Referencias