¿Qué es?
Es difícil concretar en qué consiste la dieta macrobiótica. La falta de rigor científico de esta dieta comienza en sus cimientos, dado que se fundamenta en la división de los alimentos según un parámetro invisible: su energía interior (yin y yang). Cunningham y Marcason indicaron que podemos destacar las siguientes características de esta dieta:
- Una presencia prioritaria de granos integrales.
- Una presencia elevada de hortalizas, aunque no tan grande como la de granos integrales.
- Existe un porcentaje de un 5% al 10% de sopas.
- La presencia de legumbres y algas es también de un 5% al 10%.
En todo caso, George Ohsawa, su creador, clasificó las dietas macrobióticas en diez niveles, eliminando en cada nivel un grupo de alimentos. En el nivel superior solo podremos comer arroz integral.
¿Quién la creó?
George Ohsawa, en 1961.
¿Funciona realmente?
Es fácil encontrar investigaciones que observan mejoras en la salud de quien sigue una dieta macrobiótica… pero ¿a qué debemos atribuir esa mejora? Lo lógico, sabiendo lo desequilibrada que es la alimentación en los países occidentales, es que dicha mejora sea atribuible al hecho de abandonar los malos hábitos nutricionales de nuestra alimentación, y no a la mencionada dieta. Sea como fuere, no existe ninguna revisión sistemática ni metaanálisis que sustente ninguna de las atribuciones de salud que suelen acompañar a esta dieta. Se puede comprobar escribiendo en la casilla de búsqueda de la base de datos de investigaciones científicas PubMed la siguiente estrategia de búsqueda: (Macrobiotic* AND Meta-Analysis[ptyp]) OR (macrobiotic* AND systematic[sb]). Dicha búsqueda desprende tres investigaciones, contrarias a la aplicación de la dieta macrobiótica para obtener supuestos beneficios de salud:
- Dagnelie PC, Van Staveren WA, Hautvast JG. Health and nutritional status of ‘alternatively’ fed infants and young children, facts and uncertainties. I. Definitions and general health status indicators. Tijdschr Kindergeneeskd. 1985 Dec;53(6):201-8.
- Hübner J, Marienfeld S, Abbenhardt C, Ulrich CM, Löser C. How useful are diets against cancer? Dtsch Med Wochenschr. 2012 Nov;137(47):2417-22.
- Huebner J, Marienfeld S, Abbenhardt C, Ulrich C, Muenstedt K, Micke O, et al. Counseling patients on cancer diets: a review of the literature and recommendations for clinical practice. Anticancer Res. 2014 Jan;34(1):39-48.
En 2008, una investigación indicó que conviene que toda persona que siga una dieta macrobiótica, aunque se encuentre bien, sea visitada por un profesional sanitario que esté alerta ante posibles deficiencias nutricionales. De hecho, hay varios casos descritos de fallecimientos por intentar alcanzar el nivel “superior” de esta dieta. Por eso el Departamento de Alimentos y Nutrición de la Asociación Americana de Medicina condenó abiertamente este método en 1971. Afortunadamente, pocas personas siguen a rajatabla las pautas propuestas por esta dieta.
Sea como fuere, la presencia de algas en esta dieta la convierte en arriesgada, sobre todo en personas con problemas de tiroides o con riesgo de padecerlos, dado el elevadísimo contenido de yodo en numerosas algas marinas. Sin olvidar que el contenido en arsénico en muchas algas comestibles es también considerable.
En el artículo antes citado, Cunningham y Marcason enumeraron los siguientes riesgos potenciales de seguir una dieta macrobiótica:
- Deficiencia de proteínas, vitamina B12 y calcio.
- Riesgo de deshidratación.
- Fuerte carga emocional sobre el individuo y la familia.
- Los promotores de esta dieta suelen desacreditar a la medicina y niegan avances científicos que han logrado aumentar nuestra esperanza de vida.
En el libro Más vegetales, menos animales, publicado en 2016, se añaden los siguientes motivos para no creer en las supuestas bondades de la dieta macrobiótica:
- Sus fundamentos (la división de los alimentos en yin y yang o la creencia que hay alimentos que “dan frío” o que “dan calor”) son un sinsentido sin ninguna clase de explicación racional ni sustento alguno en investigaciones serias, algo que puede generar una confusión de impredecibles consecuencias.
- Los promotores de esta dieta suelen desacreditar a la medicina y niegan avances científicos que han logrado aumentar nuestra calidad y esperanza de vida.
- Las quiméricas atribuciones o incumplibles promesas que suelen promover quienes defienden las bondades de esta dieta, además de crear falsas esperanzas, pueden generar culpabilidad en las personas que la siguen o, peor aún, desconfianza en tratamientos médicos de eficacia probada, lo que pondrá en riesgo su salud.
Es preciso añadir que existe la posibilidad de contraer una infección alimentaria a causa del rechazo a la utilización de conservantes y que seguir esta dieta puede resultar carísimo, comprometiendo la capacidad adquisitiva del individuo. Pero el peor de los riesgos de seguir la dieta macrobiótica es, como ya se ha indicado la muerte a causa de una malnutrición severa, algo que puede ocurrir si se sigue esta dieta de forma estricta.
Investigaciones publicadas en 2003, 2013 y 2016 han revelado que la dieta macrobiótica es una de las más seguidas, por desgracia, por las personas que padecen alguna clase de cáncer. No hay pruebas que nos hagan pensar que esta propuesta pueda prevenir de forma efectiva el cáncer, ni tampoco las hay de que permita curarlo o contribuir a su curación. Sin embargo, sí tenemos motivos para detallar unos cuantos riesgos a los que se expone cualquier paciente con cáncer que siga una dieta macrobiótica:
- Puede demorar la aplicación de un tratamiento médico del que puede depender la vida del paciente, como sucedió en el caso de Steve Jobs, fundador de Apple.
- Puede deteriorar el estado psicológico del paciente debido a las limitaciones sociales que tiene seguir este patrón dietético, complicadísimo de combinar con cualquier comida familiar o cualquier evento social.
- Las severas deficiencias nutricionales de quien sigue esta dieta de forma estricta pueden empeorar seriamente el pronóstico del paciente con cáncer.
- Al formar parte de las llamadas “terapias alternativas”, el paciente se expone a un mayor riesgo de mortalidad, tal y como han mostrado diversas investigaciones.
Conclusión
Los fundamentos de la dieta macrobiótica (división de los alimentos en yin y en yang, o la afirmación de que existen alimentos que “dan frío” o “dan calor), no son compatibles con los conocimientos actuales de la ciencia de la nutrición. Ello, unido a la posibilidad de que existan complicaciones nutricionales por defecto o por exceso, y a problemas inherentes a cualquier planteamiento anticienfíco, obligan a desaconsejar su seguimiento.
Texto escrito por Julio Basulto (@JulioBasulto_DN), Dietista-Nutricionista, miembro de la junta directiva de la Sociedad para el Estudio Interdisciplinar de la Alimentación y los Hábitos Sociales (SEIAHS)
Nota: Gran parte de los datos que aquí aparecen (pero no todos) han sido tomados del texto “Los riesgos ocultos de la dieta macrobiótica”, escrito por Julio Basulto el pasado 25 de octubre en la sección “Materia” de El País, quien también firma el presente escrito.
Bibliografía citada
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American Medical Association’s Council on Foods and Nutrition. Zen Macrobiotic Diets. JAMA. 1971 Oct 18;218(3):397.
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Basulto J. Alimentos que “dan frío” o “dan calor” (sic). Blog de Julio Basulto, 3 de septiembre de 2015.
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Basulto J. Los riesgos ocultos de la dieta macrobiótica. Nutrir con ciencia. Materia (El País). 25 de octubre de 2017.
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